Un museo al aire libre que recrea un antiguo pueblo pesquero islandés. Ofrece una inmersión en la vida de los pescadores de antaño, mostrando sus hogares, herramientas y forma de vida. Es una visita obligada para entender la historia cultural de la región.
Ubicado en uno de los edificios más antiguos de Ísafjörður, este museo cuenta la historia de la pesca y la vida marítima en la región de los Fiordos Occidentales. Exhibe artefactos, maquetas de barcos y fotografías que ilustran la importancia del mar para la comunidad.
Una iglesia moderna con una arquitectura interesante, destacando por su tejado curvado y su sencillez interior. Si bien no es una iglesia antigua, es un punto de referencia en la ciudad y ofrece un espacio de tranquilidad.
Aunque pueda parecer inusual, este cementerio ofrece vistas panorámicas del fiordo y las montañas circundantes. Es un lugar tranquilo para pasear y reflexionar, y muchos visitantes aprecian su serena belleza natural.
Un centro cultural que a menudo alberga exposiciones de arte local, eventos culturales y conciertos. Es un buen lugar para conocer la escena artística contemporánea de la región.
Un área histórica y residencial en Ísafjörður, conocida por sus casas tradicionales de madera bien conservadas. Pasear por esta zona es como viajar en el tiempo y ofrece una visión de la arquitectura local del pasado.
Un monumento conmemorativo dedicado a las víctimas de la devastadora avalancha que golpeó la ciudad en 1995. Es un lugar sombrío pero significativo que recuerda la fuerza de la naturaleza en Islandia.
Aunque no está en Ísafjörður directamente, la ciudad es el principal punto de partida para excursiones a la remota y virgen Reserva Natural de Hornstrandir. Esta reserva es famosa por sus acantilados nidificantes de aves marinas, zorros árticos y paisajes prístinos, ideal para el senderismo y la observación de vida salvaje.
El callejón principal y más antiguo de Ísafjörður, lleno de edificios históricos y tiendas. Es ideal para un paseo tranquilo, admirar la arquitectura y quizás encontrar algún recuerdo local.
Repartidas por la ciudad, especialmente cerca del puerto, se pueden encontrar divertidas y artísticas estatuas de trolls y otras criaturas del folclore islandés. Son un toque encantador y fotogénico que añade un elemento de fantasía al paseo.